¿Por qué sigo haciendo journaling después de 3 años?

¿Por qué sigo haciendo journaling después de 3 años?

Hubo un momento en que noté que sentía demasiado. Me daba mucha tristeza dejar de ver a gente que quería o darme cuenta de que había personas que no tenían acceso a una educación de calidad. Me rompía el corazón terminar una relación personal o darme cuenta de que alguien que quería sufría y no podía hacer nada para aliviar el dolor. En fin, sentía mucho y no me gustaba, lo odiaba. Por lo que, me propuse lograr que nada me importara tanto para evitar tener sentimientos amargos. Poco a poco me fui desconectando de mis sentimientos hasta que llegué al punto de no sentir absolutamente nada. Fue exactamente cuando ya nada me importaba que me di cuenta de que solo hay una cosa peor que sentirte triste o rota y es no sentir nada. Me di cuenta de que no se puede elegir vivir solamente los sentimientos felices, o se siente todo o no se siente nada. 

Así que empecé a buscar formas de reconectar conmigo y lo que hice por instinto fue escribir. Desde niña escribía, era la que siempre tenía un diario y pasados los años regresaba a ellos para conocerme y entenderme mejor. Sin embargo, en algún momento lo dejé y aunque seguía escribiendo de vez en cuando, era mucho menos frecuente. Este era el momento de retomarlo. Empecé a escribir diario, todos los días me levantaba, agarraba mi libreta favorita y escribir era lo primero que hacía, aunque fuera por tres o cinco minutos escribía. Al principio no fue fácil porque no sabía qué escribir o no quería tener que leer lo que necesitaba escribir, pero como dice Julia Cameron en su libro, El Camino del Artista, no importa qué escribas, el punto es que escribas. Así fuera escribir del clima, escribir ‘no tengo nada que decir’, o escribir palabras sin sentido, yo escribía y poco a poco me fue sorprendiendo lo que escribía. Empezó a gustarme y empecé a priorizar darme tiempo para escribir.

Libreta bonita para hacer journaling en la mañana mientras tomas un café

Noté que en mi libreta plasmaba mis ilusiones, empecé a descubrir quién era yo, qué me entusiasmaba, qué me gustaba o me llamaba la atención y descubrí en qué quería invertir mi tiempo. Plasmaba el camino, las estrategias y acciones concretas que necesitaba para lograr mis metas. También, empecé a identificar mis miedos, su orígen y las dudas que me impedían vivir la vida que quería. Escribiendo logré identificar qué voces eran mías, qué voces eran externas y logré conectar más con mi propia voz. Entendí por qué mi mente me juzgaba y logré ponerla de mi lado. Por ejemplo, me pasaba muy seguido que en las sobremesas se abrían discusiones y yo quería dar mi punto de vista, pero antes de que pudiera darlo mi mente me cuestionaba ‘¿Estás segura de que tienes argumentos suficientes?’ ‘¿A quién le va a importar tu opinión?’ ‘¡Mejor no digas nada!’ Y yo me callaba. Acto seguido me recriminaba ‘Te dices valiente pero no eres capaz ni de dar tu opinión’ me decía y me quedaba horas con el sentimiento amargo. Hasta que escribiendo me di cuenta del patrón que repetía en mis diálogos mentales y en mi libreta por primera vez escribí una conversación diferente en la que no me juzgo, sino que regreso al momento y me doy cuenta de que mi mente gritaba y me limitaba porque tenía miedo:

-¿De qué tienes miedo? - pregunto
-Si nos callamos no hay riesgo - responde -ya lo hemos hecho antes y sabemos el resultado. Si hablas no sabemos qué pase, no sabemos cómo reaccionen los otros, no sabemos cómo te vas a sentir de haber hablado…
-Es algo desconocido y no tendremos control- la interrumpo. 
-Sí exacto.- afirma
-Pero eso es exactamente lo que queremos. El resultado que ya conocemos no nos gusta y no podemos seguir por ese camino solo porque es conocido. Necesitamos probar otro camino, arriesgarnos porque solo así crecemos. 
-Pero…
-No estoy garantizando que vaya a ser el mejor camino, pero prefiero correr el riesgo de que sea otro camino equivocado a no correr el riesgo y no saber nunca si era el adecuado, el que me hacía sentir bien y en paz. Además, sea cual sea el resultado, me va ayudar a crecer y si sigo haciendo lo mismo, me voy a estancar y eso es lo que menos quiero.
- Ok, entiendo, corramos el riesgo entonces.

En la siguiente ocasión, di mi opinión sin complicaciones, todo fluyó y en mi libreta escribí un mantra que me acompañó por un tiempo:

Me observo, me acepto y me amo tal cual soy. Incluso si todavía no soy la mujer que quiero llegar a ser.

Como resultado de poder observarme y conectar conmigo, me di cuenta de que también podía ver y conectar más profundamente con los demás. Noté que cuando de verdad ves a la otra persona, le ayudas a verse y valorarse a sí misma, y que cuando empiezas a ser tu misma los demás de alguna forma lo perciben y empiezan a ser más ellos mismos. Es una ola.

Además, me di cuenta de que escribiendo en mi libreta, no solo empecé a conectar más conmigo y con los otros, sino también con Dios y con la magia de la vida. Es como si al escribir quitara una cortina de mi vista que me impedía ver. A Dios empecé a verlo en los actos de gente buena, por ejemplo fui testigo de la gente buena que en la vida cotidiana ve a su alrededor y ofrece ayuda a quien la necesita, yo misma he recibido ayuda inesperada de gente que no me conoce cuando la he necesitado y he sentido a Dios. Con ‘conectar con la magia de la vida’ me refiero a que escribir en mi libreta me ha ayudado a tener más claridad con respecto a lo que quiero, siento y pienso, lo cual me ha hecho sentir más plena, más en paz y más capaz de enfrentar los retos de la vida. También, me ha ayudado a sentirme más confiada en que estoy haciendo lo que debería estar haciendo y como al escribir voy descubriendo quién soy, hacer journaling también me ha ayudado a ser más paciente y más amable conmigo. Estos cambios me han hecho sentir la vida distinta, me han hecho sentir la magia de la vida.

Empecé a escribir de niña, de adolescente lo hice intermitente y ahora llevo tres años haciéndolo diario. Diría que incluso intermitentemente me ha ayudado, son ventanas de mi vida que agradezco tener y a las que agradezco poder regresar, lo resalto porque si por la razón que sea no puedes escribir diario, escribir de vez en cuando es suficiente, ayuda. Yo con el tiempo me fui dando cuenta del bien que me hacía y prioricé hacerlo diario. 

En resumen, sigo haciendo journaling después de tres años porque me ha ayudado a conectar conmigo, con los demás, con Dios y con la magia de la vida.

 

Blog#1

 

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.